sábado, 26 de noviembre de 2011

Buscando mi silencio

Cada día nos resulta más difícil tener un momento para poder pensar. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, nuestra cabeza está permanentemente en marcha. Imagina, reflexiona, visualiza momentos futuros, recuerda el pasado, pero a veces me pregunto si tanta actividad no nos está privando de tener nuestro momento para la reflexión, para pensar realmente en nosotros, en lo que necesitamos y en lo que debemos hacer, con nosotros y con aquellos que queremos.






En un mundo en el que cada día vivimos rodeados de más y más ruidos y sonidos, se nos hace difícil encontrar un pequeño momento de silencio....un silencio que puede ser tan esencial como el mayor de los discursos. Un simple silencio durante una conversación, puede significar mucho más de lo que pensamos. Puede ser el instante previo a un beso, a un abrazo, puede que nuestros ojos transmitan el mayor de los "te quiero" mediante una mirada,sin necesidad de palabras, que en la mayoría de veces, carecen de sentido. 
Pero los silencios también nos descolocan...hay silencios que significan un adiós, silencios que te pueden herir , silencios que hielan, que paran el tiempo, que significan indiferencia. 
Pero yo ando buscando un silencio que me permita encontrarme, evadirme por unos minutos de todo aquello que me rodea, y que me permita ver las cosas con claridad.


Nuestra sociedad le teme al silencio, porque ello nos comporta, de algún modo, "enfrentarnos" a nosotros mismos, a afrontar aquello que durante el ajetreo diario hemos tratado de evitar. Pero todo aparece, y en el momento en que nos encontramos de frente con un silencio, empiezan a florecer todas aquellas cosas que nos tormentan, que nos preocupan, recuerdos agradables, instantes de felicidad....durante el silencio, se produce una de las mayores mezclas de sentimientos. 






Por otro lado, está la gestión de los silencios, que es fundamental. Debemos ser conscientes de que todos necesitamos nuestro momento, y que debemos respetar a nuestros amigos para que también gocen de este pequeño espacio de reflexión. Pero la tarea de saber cuando debemos dar por acabado el silencio es dificilísima. Saber cuando aquella persona necesita realizar el cambio del silencio a la palabra no está al alcance de todos. Puede que nos avancemos, que lleguemos tarde, cuando la reflexión se convierte en obsesión y en realidad distorsionada, pero hay que correr el riesgo y saber romper el silencio a tiempo.


Romper el silencio o buscarlo? Ambas cosas son necesarias, pero no hay que abusar de ninguna de las dos, porque cualquier uso indiscriminado de estas dos opciones nos puede llevar al silencio más absoluto....LA SOLEDAD.

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